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Abr
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LA IMPORTANCIA DE LEER Y LA POLÍTICA

Luis G. Sánchezcaballero Rigalt

«La literatura es siempre una expedición a la verdad»

Franz Kafka

El pasado 23 de abril se celebró «El Día del Libro», fecha que celebra la importancia de la lectura y es un medio para fomentar el crecimiento de los niños las niñas como lectores y de promover el amor a la literatura.

Así lo asegura la UNESCO, que en 1995 fijó la fecha del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor. Sin embargo, la idea original del Día del Libro parte de España, donde ya se celebraba años atrás.

La propuesta de dedicar un día al libro y la lectura fue del escritor valenciano Vicent Clavel Andrés, en 1922, como una manera de homenajear al clásico Miguel de Cervantes, autor de El ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha y, al mismo tiempo, impulsar la venta de libros.

Es innegable que fomentar la lectura en estos tiempos que aunque suponen que las personas tenemos mayor formas de allegarnos información, leer resulta fundamental, ya que es un hábito de comunicación que permite desarrollar los pensamientos cognitivos e interactivos de cualquier lector, así como construir con facilidad nuevos conocimientos.

En la sociedad actual la información demanda más que nunca de un lector con actitud activa, que le permita interactuar con la información, apropiarse de ella y construir significados, sin dejar de consultar los libros, revistas, periódicos y otras fuentes que proporcionan a las personas una información mucho más rápido.

De ahí la importancia de potenciar la lectura, para proporcionar habilidades que fortalezcan su hábito con el objetivo de mejorar al máximo habilidades para escribir, son esenciales para el avance científico, tecnológico y cultural de un país.

La lectura ha cobrado gran importancia porque en ella se asientan las bases de la enseñanza, se adquieren conocimientos al tiempo que es el eje central del proceso educativo y su dominio obedece, en parte al éxito académico y profesional

Leer ayuda al desarrollo y perfeccionamiento del lenguaje. Mejora la expresión oral y escrita y hace el lenguaje más fluido. Da la facilidad para exponer el propio pensamiento y posibilita la capacidad de pensar. Potencia la capacidad de observación, de atención y de concentración

El hábito de leer se obtiene mediante un proceso largo y bien encauzado. Cuando con este propósito, ya sea en el aula, en la biblioteca o en el seno familiar, se trabaja con constancia y sistematicidad, y se utilizan métodos adecuados, se forman en los estudiantes correctos hábitos de lectura que difícilmente perderán.

Hoy desafortunadamente con las llamadas TICS (Tecnologías de la Información y Comunicaciones) a decir de voces expertas se tienen más fuentes, y se puede contrastar y verificar, pero muchas veces la verdad se relega porque se da mayor peso a lo emocional, a las opiniones, porque estas provocan un mayor tráfico, interesa el impacto; o más clics, que finalmente se traducen en publicidad.

El público difunde información que recibe, sin saber si esta es verdadera o falsa; el que la recibe hace lo mismo. Mucha de la información que navega por redes sociales es fragmentada, es información y opinión de gente que piensa igual que tú. Se excluyen otras opiniones, nuevas, distintas, pierde la pluralidad,

Estamos ciertos que hoy más que nunca cultura y la educación son ejes fundamentales del desarrollo del país, por lo que fomentarlas contribuye a su consolidación y proteger su existencia como uno de los derechos básicos de la sociedad mexicana, debería ser de los intereses fundamentales de todas y todos.

Desafortunadamente la actual política cultural del gobierno mexicano, ha consistido en insistir en homogeneizar al país en una sola idea de nación bajo concepto de «mexicanidad».

Aunque algunos digan que han leído mucho y hasta se jactan de escribir libros, es muy cierto que desprecian la lectura porque plantea herramientas técnicas, para reflexionar lo que nos permite tener una base para tomar mejores decisiones.

En momentos de crisis como el que actualmente vive el mundo, la contribución de la lectura y el papel de la academia en su difusión y asesoramiento resulta toral para la colectividad y a la vez incómodo para la toma de decisiones políticas de aquellos que están acostumbrados a que la verdad sea lo que ellos dicen.

A los aspirantes a dictadores el que exista el conocimiento e incida significativamente en el contexto social les dificulta el discurso, ya que en caso como el de la violencia desatada ha evidenciado los riesgos y las dificultades a los que nos enfrentamos y que ellos preferirían omitir.

Por ello prefieren inundar de distractores los contextos para que la información no llegue a la sociedad y cuando llega siempre tratan de desmentirla o adecuarla a su conveniencia.

Aducen que una sociedad libre debe tomar decisiones de carácter básico, deben saber cómo reunir la información necesaria, deben comprender los objetivos de tradiciones distintas a la suya, evocan a una sensibilidad que no puede ser enseñada en las escuelas y consideran inútil esperar que los ̍estudios sociales̍ proporcionen la sabiduría necesaria que puede adquirirse a través de la participación en las iniciativas ciudadanas.

Por esta razón en aras de su visión de la democracia, relativizan el conocimiento, y magnifican las tradiciones culturales, promueven la participación ciudadana en las decisiones científicas y agudizan la separación entre Ciencia y Estado.

Nuestros ciudadanos requieren y merecen mejor educación, salud y bienestar y no lo tendremos mientras continúe el desprecio hacía la ciencia y la adquisición de tecnología, se requieren políticas claras y contundentes, implementadas con la mayor seriedad posible, que permitan el progreso.

México tiene un rendimiento muy pobre en materia de lectura, según datos recientes, el índice de lectura en México ronda los dos punto nueve libros al año, cifra que refleja un modesto 20% de la población.

Pese a ello, quienes gobiernan no alcanzan a o no quieren entender que, cuando dejamos las discusiones que requieren opiniones expertas – como la reforma de pensiones, por ejemplo- en manos de las y los políticos, los riesgos son enormes.

Por ello siguen bajo el dudoso y muy populista argumento de la austeridad, sin hacerse proveer de recursos económicos y materiales a las y los académicos y sin proporcionar las estructuras apropiadas para que los conocimientos que generen puedan ser mayores en cantidad e implementados con celeridad, con la finalidad de aportar beneficios a la sociedad,

Por eso ahora que viene un momento decisivo para nuestro país resulta indispensable cuestionarnos ¿Cómo es posible que un político no lea? ¿Cómo es posible que un pueblo elija a alguien que no lea? O que quieran elegir a aquellas o aquellos que se dicen intelectualmente superiores por sus blasones académicos y su análisis de la realidad deviene de los dictados de un ignorante.

Estas preguntas tendrán que ser esenciales a la hora de elegir a quién habrá de ocupar la presidencia de nuestro país. Si queremos que un país lea debemos empezar a leer, ya que a través de la lectura se elimina el servilismo.

Si la lectura no se vuelve un acto indispensable, cualquier intención será inútil, hay que dejar en claro que una buena «política» de lectura funciona cuando los políticos empiezan a leer, lo que quedará evidenciado hoy que hay debate.


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