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31
Oct
23

PAPEL DE LA ONU EN EL ENTORNO INTERNACIONAL  

Por Eduardo Macías Garrido

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) debe ser un lugar donde las naciones puedan reunirse, discutir problemas comunes y encontrar soluciones. Hoy parece que esto no es así, hay demasiados intereses de los países llamados potencias.

La humanidad ve con preocupación el conflicto entre Israel y el grupo terrorista Hamás. Parece inminente una escalada del conflicto, lo cual sería muy peligroso para la paz y seguridad internacionales.

La ONU nació el 24 de octubre de 1945, después de que la mayoría de los 51 Estados Miembros, signatarios de la Carta de la ONU, la ratificaran. En la actualidad, 193 Estados forman parte del organismo internacional, quienes están representados en el órgano deliberante, la Asamblea General.

Hoy se encuentran en peligro los valores consignados en la Carta de la ONU, como son la paz, la justicia, el respeto, los derechos humanos, la tolerancia y la solidaridad.

Con el conflicto en el medio oriente, y ante la inminente amenaza de desbordar fronteras, la ONU, encargada de mantener la paz y la seguridad internacionales, no logra ponerse de acuerdo sobre una solución. Situación similar a lo que pasó en la guerra entre Rusia y Ucrania.

A la fecha, el Consejo de Seguridad, integrado por 15 miembros, ha rechazado dos proyectos de resolución, encaminados a establecer un alto al fuego y un corredor humanitario para los palestinos atrapados en el conflicto.

Lo anterior, gracias al poder de veto que se concedió a sus cinco miembros permanentes: China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos, conocidos coloquialmente como los «P5». Esto es lo que ocurre normalmente cuando cualquiera de estos miembros ejerce ese derecho, tal como ocurrió el 18 de octubre, cuando Estados Unidos vetó una propuesta brasileña.

El derecho a la paz existe tanto en el ámbito nacional o interno, como en el internacional. Se habla de derechos humanos, pero no pueden existir estos sin paz y viceversa. Los mexicanos hoy viven esta falta de tranquilidad tanto en el plano local como en el internacional.

La paz es una aspiración legitima y universal de entrañable raíz humana, la cual constituye un valor inherente al ser humano como lo es, por ejemplo, la dignidad. Los derechos humanos son patrimonio común e inalienable a todas las personas, por eso la necesidad de la paz se encuentra en la mente y corazón de todos los seres humanos.

Pareciera que a los actuales estadistas eso les importa poco o nada, anteponiendo sus intereses al bien común. La guerra es una negación del derecho a vivir, es una aberración carente de toda ética, en donde todos pierden.

La Carta de las Naciones Unidas constituye el fundamento de la idea de la paz como un concepto de respeto a los derechos humanos no solo político, sino ético.

EL Consejo de Seguridad de la ONU deberá tratar de encontrar una salida al conflicto mediante los diversos medios pacíficos previstos en la Carta de las Naciones Unidas, lo cual no significa que se deje de aplicar la ley a los agresores e imponerles las sanciones correspondientes en el plano internacional, ya vimos que las políticas erradas de «abrazos no balazos» no funcionan, como tampoco acusar con sus mamás a los miembros del grupo terrorista de Hamás.

Por el bien del mundo y la paz mundial, se debe encontrar lo más pronto posible una solución al conflicto entre Rusia y Ucrania y ahora entre Israel y Hamás, lo cual solo ha provocado derramamiento de sangre y un sufrimiento incalculable.

Correo: eduardomacg@icloud.com

X (Twitter): @eduardo84888581

27
Feb
22

EL ASIENTO EN EL CONSEJO DE SEGURIDAD

Luis G Sánchezcaballero Rigalt

“La guerra no es más que un asesinato en masa, y el asesinato no es progreso”.

Alphonse de Lamartine

Esto significa que deben abstenerse de la amenaza o el uso de la fuerza contra otro Estado y que pueden someter cualquier controversia al órgano de las Naciones Unidas encargado de mantener la paz y seguridad entre las naciones.

Este órgano es el Consejo de Seguridad. A diferencia de otros órganos de la ONU que únicamente pueden realizar recomendaciones a los gobiernos, el Consejo de Seguridad puede tomar decisiones (conocidas como «resoluciones») y obligar a los miembros a acatarlas, en cumplimiento de lo estipulado por la Carta.

Está conformado por 15 naciones, 5 permanentes y 10 temporales. Los cinco miembros permanentes son los Estados Unidos, Francia, el Reino Unido, la República Popular China y Rusia.

Los 10 miembros no permanentes son electos cada dos años como representantes regionales. África elige tres integrantes; Latinoamérica y el Caribe, dos representantes; a Asia y Europa Occidental, les corresponden dos más; Europa Oriental, elige uno.

Alternadamente, un miembro africano o asiático debe ser del mundo árabe Las decisiones en general requieren del voto afirmativo de, al menos, nueve miembros. Cada miembro del Consejo tiene un voto. Sin embargo, los cinco miembros permanentes cuentan con derecho a veto.

Cuando una controversia da lugar a hostilidades, la principal preocupación del Consejo es ponerles fin lo antes posible. En ese caso, el Consejo puede:

  • Emitir directivas de alto el fuego que puedan ayudar a prevenir una escalada del conflicto;
  • Enviar observadores militares o una fuerza de mantenimiento de la paz para ayudar a reducir las tensiones, separar a las fuerzas enfrentadas y crear un entorno de tranquilidad en el que se puedan buscar soluciones pacíficas.
  • Si esto no fuera suficiente, el Consejo podrá optar por aplicar medidas coercitivas, entre ellas:

Pertenecer al Consejo de Seguridad no tiene un valor, a menos que se cumplan dos condiciones: primero, que las divisiones entre los miembros con poder de veto no paralicen por completo su capacidad para tomar decisiones y actuar en consecuencia y, segundo, que haya suficiente habilidad diplomática y atención sostenida para aprovechar los variables márgenes de acción que ofrezcan distintas coyunturas para avanzar posiciones en sintonía con los objetivos generales de la política exterior.

México, durante el siglo XX, optó por mantenerse al margen de conflictos ajenos y evitar confrontar o ceder frente a Estados Unidos, en un lapso de 55 años solo participó en 4 ocasiones.

Durante este Gobierno, después de 10 años y por quinta ocasión, nuestro país volvió a ocupar un asiento no permanente en la mesa del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, principal órgano ejecutivo y el único con autoridad para tomar decisiones vinculantes en materia de paz y seguridad

Fueron factores para luchar por ese lugar, que los países que aspiran a tener peso en la escena internacional quieren estar en el Consejo de Seguridad y la obsesión presidencial de ser un referente regional.

Esta circunstancia de ocupar un lugar en el Consejo General cobra relevancia ahora que el panorama mundial para 2022 pinta como uno de los más complicados desde el fin de la Guerra Fría. Principalmente por las secuelas de la emergencia sanitaria y el hundimiento de la economía mundial.

Con apenas 2 meses ya acecha en el mundo guerra, pobreza, desigualdad, desempleo, hambre, inestabilidad política y un gran descontento social, parecía que el problema más grave se derivaría de las tensiones y la rivalidad entre Estados Unidos y China.

Sin embargo, lo ocurrido el pasado 23 de febrero con la invasión a Ucrania por parte de Rusia, se ha llegado al punto más alto de una crisis que inicio con la pandemia y no encuentra salida.

Esta invasión expansionista de parte de Putin, traerá graves repercusiones mundiales, la lucha por medicamentos, vacunas y recursos para el desarrollo se recrudecerá junto con los conflictos internos, la inseguridad, los cierres de fronteras, los controles migratorios y el proteccionismo comercial y financiero, las condiciones sociales en muchos países se pauperizan lo que hará que sus ciudadanos  arrecien en sus demandas políticas y lo más preocupante es que  la pandemia podría servir de acicate para el surgimiento de coaliciones en su defensa y como dice la frase “su reino no tendrá fin”.

Ante tan halagüeño panorama, con un presidente enemigo de la política exterior y de la prudencia diplomática, el Canciller Mexicano tendrá que echar mano de todo su oficio político para que la situación no se salga de control para nuestro país.

Está claro que el momento exige que la función diplomática debe ejercerse en sus variadas dimensiones, apostando al fortalecimiento de la capacidad de nuestro servicio exterior para abordar tareas cada vez más complejas acompañado de la solución exitosa de negociaciones complicadas y el cumplimiento eficiente y moderno que demanda.

Si bien se dio un primer paso, pero nos trajo con el rosario en la mano y el Jesús en la boca porque todos los amigos del presidente jalan en bloque con Putin. (Bolsonaro, Ortega, (in)Maduro y Trump).

No exento del acostumbrado matiz laberíntico de no comprometerse, usando el principio de no intervención y seguramente a regañadientes del presidente, se condenó la invasión,

Sin duda, el gran reto para la política exterior mexicana será aprovechar el asiento en el Consejo de Seguridad para más allá de querer intentar retroalimentarse del pensamiento estratégico y pretender fortalecer las capacidades institucionales diplomáticas del país, ser un actor importante, que no siga la línea gubernamental de no comprometerse en una situación muy delicada, para no quedar mal con ni con los Rusos y sus aliados ni con los Estados Unidos y los suyos, debe buscar dejar de ser un jugador mediano y asumir un rol protagónico en la mediación de la paz y asumir un papel constructivo en alcanzar acuerdos, si no será así, que mejor ceda su espacio en el Consejo General.

28
Jul
21

MARCELO Y CUBA

Por Eduardo Macías Garrido

En esta misma columna hemos venido destacando la acertada política exterior del gobierno a través de su canciller, Marcelo Ebrard Casaubón. A muchos les disgusta la posición asumida en los casos de Bolivia, Venezuela, por ejemplo, pero desde nuestro punto de vista apegado a los principios que rigen en materia de derecho internacional.

Ahora toca el turno a Cuba. México a través de nuestro canciller ratificó su condena al embargo económico a la isla y enfatizó que las medidas extremas son origen de violaciones a derechos humanos.

Marcelo asistió al Consejo de Seguridad de la ONU, del cual México forma parte, y condenó el bloqueo económico a Cuba. Enfatizó que este país no tiene acceso a jeringas ni medicamentos en la pandemia de COVID-19.

Claro, los detractores de este gobierno critican que la posición de nuestro país no es la misma para los casos ya mencionados de Bolivia y Venezuela. Lo que no aclaran es que son supuestos totalmente diferentes.

La posición de México sobre Cuba es un rechazo al bloqueo, ya que provoca impactos graves en la gente y esto deriva en un  sufrimiento y deterioro en las condiciones humanitarias que toda la comunidad internacional debería respetar.

México no votó solo, otros 184 países votaron para poner fin al embargo económico a la isla. Marcelo actúa acorde a los principios tradicionales de la política exterior mexicana de respetar la libre autodeterminación de los pueblos, además de una defensa irrestricta a los derechos humanos.  

El solicitar la suspensión del bloqueo a cuba no es una cuestión política, es humanitaria. Ningún país del mundo debe ser cercado, bloqueado. Eso va en contra de los tratados internacionales en materia de los derechos humanos de los que México forma parte, los cuales han sido celebrados por el presidente y ratificados por el Senado de la República, en términos del artículo 133 constitucional.

Así que no se deben confundir o querer confundir algunos con el tema. México no puede clasificar a Cuba como una dictadura debido a que no está en sus funciones determinarlo. Solo el pueblo cubano debe decidir el camino que quieren seguir.

México, a tavés de nuestro canciller, lo que condena de manera clara es una violación a los derechos humanos, ya que esto provoca un efecto devastador en los cubanos. Es decir, se mantiene una postura de “no intervención”, pero se externa una profunda preocupación por el respeto a los derechos humanos y a la integridad de los habitantes de la isla.

Diría el clásico: “no se hagan bolas”. Marcelo Ebrard como buen cirujano político, esta operando fino, fiel a su costumbre.

México no hace clasificaciones, de hecho, no las hace con ningún país. México tiene una tradición de respeto y de no intervención, y eso le da un peso y relevancia en el plano internacional.

Es una posición de defensa por razones humanitarias, en la cual el pueblo cubano no tiene acceso ni a jeringas ni medicamentos. Así que en materia de política exterior, la 4t puede estar tranquila, ya que tiene a un canciller de primer nivel que se apega a la tradición de México en la materia.

Semestre a semestre les hago ver a mis alumnos de Derecho Internacional Público en la Universidad Panamericana, que la política exterior de este gobierno ha sido transparente, humanitaria y efectiva con el canciller a la cabeza.

Correo: eduardomacg@icloud.com

Twitter: @eduardo84888581




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