Luis G Sánchezcaballero Rigalt 
“Los mejores fanfarrones suelen ser los mayores cobardes”.
Thomas Jefferson
Nuestro amado líder aún no se repone del perder el pasado 1 de junio 15 millones de votos, ya regaño y exhibió a los que culpó por la derrota que le significó no arrollar en esas elecciones y en lugar de gobernar, se preocupa más por como recuperar parte de la popularidad mermada.
La lógica indicaría, que lo adecuado para mejorar esos índices, sería tratar de evaluar las fallas y corregirlas. Sin embargo, como es públicamente notorio siempre será mejor responsabilizar a alguien más antes que asumir las consecuencias de no dedicarse a hacer su trabajo como presidente.
Envuelto en la camiseta de Coordinador General Electoral de Morena, ha decidido que la consulta a los expresidentes será punta de lanza en su estrategia para conservar la presidencia del 2024 y termómetro para la revocación de mandato del 2022.
Para ello, se pone bravo y se victimiza a la vez, retando a la oposición para agruparse, de nuevo, y sentencia que si pierde la consulta se va, al tiempo que al más fiel estilo del PRI de los finales del siglo pasado, (donde el Presidente en turno mediante el método democrático del dedazo escogía a quién habría de sucederle), soltó a sus gallos y gallinas, La secretaria de Energía, Rocío Nahle; la de Economía, Tatiana Clouthier, y la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, también están el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard; el exrector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, y el embajador de México en Estados Unidos, Esteban Moctezuma.
Sin duda, otro ejemplo de que está en todo y en nada a la vez, a la militancia de Morena debería preocupar la intromisión en su vida interna al decidir quiénes son los candidatos a la presidencia de su partido, al evidenciar sin el menor rubor que ahí los procesos “democráticos” de selección no existen.
Esta necesidad de adelantar nombres no es precisamente porque le pique la comezón de la sucesión, sino porque a pesar de que lo haya decretado, la pandemia por COVID no cede y ya no encuentra como buscar justificaciones, a poco más de 1 mes de pintar de verde el país (más para fines electorales que porque los números lo permitieran) la propagación de contagios se ha incrementado 30%, una cifra exageradamente alta; y aun cuando ya aceptó el infeliz ese del vocero de salud la posibilidad de una tercera ola es claro que México sigue siendo uno de los países con peor manejo de la pandemia.
Fiel al manual populista, el hermano de Martinazo (que es como Pío, pero más humilde en sus pretensiones de donativos), apuesta a las distracciones, se toma la molestia de poner en la mañanera el video (que por cierto bastante fuera de tiempo) en el que Cristiano Ronaldo quita las coca- colas en una rueda de prensa para decir que es mejor tomar agua, a lo que el amado líder solo atinó a decir que es más didáctico que muchos tomos (libros) de nutrición (hágame usted el chin… favor)
Estas acciones son ensayos previos a la consulta, el marido de Betty tiene claro que la formación limitada que posee, lo obliga a tomar decisiones basadas solo en el resultado final del conflicto, lo que le permite apostarle a la distracción con el único objetivo de mantenerse en el poder, sin que exista mayor posibilidad de ser castigado por ello.
El prócer de la CUATROTE decide apostarle al factor distractor para que sea mayor el esfuerzo del pueblo de no caer en la trampa de la distracción, para tener más posibilidades de utilizar al pueblo bueno para secundar este tipo de estrategias, ahora más que nunca que se ha ventilado que la familia está muy malacostumbrada a recibir apoyos para el movimiento y ser filmados.
El problema para el marido de Betty está en que la receta populista de liderazgo vertical, con partidos en el gobierno demasiado acostumbrados a conservar el poder y no soltarlo, se ha agotado.
Andy Senior empieza experimentar el fenómeno de aquellos populistas, que llegaron al poder para cambiar la realidad y acaban convertidos en verdaderas fuerzas conservadoras. Adoptando incluso el lenguaje tradicionalista y nacionalista del poder oligárquico que prometió substituir.
Lo que sin duda acarrea la pérdida de confianza de grupos sociales cada vez más amplios a causa de la corrupción y otros perjuicios sociales como la inseguridad, que juró combatir y que no solo no lo han hecho, sino que se ha acrecentado con su mandato.
Está claro que, a un año de la revocación de mandato, si la inconformidad crece y la popularidad decrece, y no quiere que pague costos, es momento que oficialmente se reconozca la incapacidad para controlar el aumento de casos y la falta de una estrategia de vacunación. Es claro que la pandemia no les está cayendo “como anillo al dedo”.
Sobre todo, que ahora es toda una incertidumbre. Primero se tenía certeza que el mandato duraba 6 años, después nos angustia la intentona de prolongarlo y ahora nos preocupamos porque en los hechos ya acabó, pero faltan 3 años para que se vaya.
"Pressing" Político 