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06
Nov
22

COLGARSE VICTORIAS AJENAS

Luis G. Sánchezcaballero Rigalt

Gloria falsamente alcanzada poco permanece».

Mateo Alemán, escritor español del Siglo de Oro

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El pasado domingo, Luiz Inácio Lula Da Silva ganó en una apretadísima segunda vuelta la elección presidencial en Brasil, curiosamente siendo más celebrado por cierto sector pseudo izquierdista en México que por sus propios connacionales, bajo la premisa de que ese triunfo se lo deben más a lo que pasa en nuestro país que a los méritos del ganador.

Lo anterior no es casualidad, atiende a diversas causas, por ejemplo este grupo se ha caracterizado por presumir mucho lo que no tienen como honradez y honestidad, por ello siguiendo sus deseos de triunfo, se suben al carro del éxito ajeno colgándose las medallas que les corresponden a otros.

Ello ocurre porque existen personas que crean mentiras acerca de su identidad como una manera de ensalzar lo “importantes o valiosas que son.

Este autoengaño, evidencia una necesidad de validación externa, una necesidad de reconocimiento tan intensa, que necesita de la invención porque la propia realidad no los satisface.

Al fin y al cabo el fin justifica los medios, si ello implica apropiarse de un logro ajeno para alimentarse del reconocimiento que debería pertenecer a los demás, lo harán.

Las mentiras constantes, continuas y continuadas, es clara muestra que, para algunos, todo vale en este juego de poder en el que se busca saciar el hambre de reconocimiento.

En un escenario donde ya nos acostumbraron a escuchar todos los días como se busca y se encuentran debilidades y defectos en la oposición y ahora hasta de la misma gente que compone su propio entorno. Es claro que vivimos un régimen despótico crítico e inapelable donde se usa y abusa de los demás

Hay en ello implicado un trastorno de personalidad narcisista, que corresponde con un comportamiento ególatra, que se caracteriza por presentar un patrón generalizado de grandiosidad, en el que existe una necesidad de admiración para los suyos y cero empatía con el resto de las personas.

Se trata de un problema que afecta a tanto a nivel individual como colectivo, ya que las relaciones que se establecen con otras personas vienen condicionadas por esta egolatría exagerada o narcisismo.

Esta necesidad de encontrar un resquicio ideológico hacia la izquierda, identidad que no han podido demostrar ni en los hechos ni en las políticas públicas, provoca hacer suyos los éxitos ajenos de este espectro ideológico, atribuyendo a sus personalidades, el trabajo, el esfuerzo, la dedicación, la preocupación y el éxito como una ramificación suya.

Menos mal que la verdad solo tiene un sendero, y siempre sale a relucir. La realidad de quienes solo en los discursos se preocupan por el pueblo y gobiernan para satisfacer sus intereses personales, tarde o temprano saldrá a la luz y las cosas tendrán que cambiar.

Correo: luis_sanchezcaballero_rigalt@pressingpolitico.com

29
Ago
21

SIN IDEOLOGÍA PARA GOBERNAR

Luis G Sánchezcaballero Rigalt

“Puesto que estamos en una economía y en una realidad cultural de mercado no sólo somos consumidores de detergentes o de latas de cerveza con o sin alcohol, sino también de mensajes, de verdades, de ideología, de información.”

Manuel Vázquez Montalbán

Con ideología nos referimos a un conjunto de opiniones o creencias de un grupo de personas; muy a menudo se refiere a las creencias políticas o a las ideas que caracterizan a una cultura particular.

El término ideología, tal como se usa en la sociología del conocimiento, tiene dos connotaciones. La primera, se relaciona con el estudio científico de las ideas (basada, no en principios de fe y autoridad, sino en el conocimiento proveniente de los sentidos humanos) y, en una versión más contemporánea, es un sistema de creencias, valores y actitudes compartidos por los individuos en grupos específicos de la sociedad.

La segunda connotación o «Falsa Conciencia» – defendida principalmente por el pensamiento marxista – es definida como «cualquier conjunto de ideas falsas, o categóricamente equivocadas, cuya falsedad es explicable, total o parcialmente, en términos del rol o función que éstas cumplen en la sociedad en forma normal e inconsciente.

En su aspecto filosófico, una ideología busca explicar los problemas clave que viven en una sociedad, y la interpretación de sus eventos sobresalientes.

Todo colectivo organizado posibilita y requiere que sus integrantes y los ajenos se transformen a través de la comunicación. De este modo establecen nexos particulares entre los objetos y su significado, que proponen conjuntos de ideas que dan sentido a sus acciones, horizontes ideológicos que se expresan en su totalidad en todas y cada una de las obras que los grupos realizan.

Así, las personas se encuentran siempre inmersas en fenómenos ideológicos plasmados en objetos concretos, en el material ideológico objetivamente accesible, como lo son las palabras, los gestos, los colores, las líneas.

Por tanto, el ser humano siempre se encuentra rodeado de objetivaciones de la ideología. Las religiones tienen sus fundamentos en la Biblia, el Corán u otros textos. Algunas ideologías tienen sus teóricos y escritos que fundamentan su sustento. Hasta los países se declaran democráticos en su Constitución política.

La ideología está presente en muchos sistemas de creencias. Como discurso político aparece cargada de sentido e influye en las conciencias y acciones de los sujetos y la sociedad.

El contenido del discurso no es visible ni en sus proposiciones; su verdadera intención es su trasfondo. En el acontecer social se externaliza, da igual la intención del sujeto y cómo lo emita, sea oralmente o por escrito.

La influencia es una forma de sujeción o dominio que enajena al sujeto y a la conciencia colectiva de su propio pensar. La ontología de la ideología es funcional cuando delimita el campo de acción del desenvolvimiento social.

En aspectos relacionados con las políticas, la ideología moldea los propósitos y las prioridades de la acción política. Una vez que los líderes deciden resolver problemas sociales específicos, la ideología política influye en la selección de las políticas más deseables y factibles. Una ideología opera, por lo tanto, como una pantalla perceptiva que acepta algunas alternativas, pero que filtra otras.

El elemento ideológico siempre está presente en la decisión. Depende de los valores políticos que profese el grupo gobernante al seguir un curso de acción u otro.

En el caso de nuestro amado líder reviste un particular análisis, porque enarbola temas en los que no cree y gobierna conforme los dictados de su corazoncito que revelan su verdadero pensamiento.

El máximo exponente de la CUATROTE solo tiene su “argumento”, todo lo basa en sus apreciaciones *personales*, es un personaje que cambia de parecer según le amanezca el día.

No hay un libro o escrito que diga ¿qué es? Y sobre todo ¿qué pretende? Luego entonces no atiende a un programa, una ideología o algo cercano, es simplemente, un individuo que tiene devotos seguidores. Circunstancia que objetivamente no tiene viabilidad y menos aún futuro para trascender políticamente más allá del personaje.

Parte del problema de origen de la 4T es, que se dicen de izquierda, sin embargo, caben y coexisten antiguos marxistas, neoliberales, seguidores de la Luz del Mundo, evangelistas y hasta el Yunque entre otros. Una olla de vapor a punto de ebullición.

Y máxime si consideramos que, con la llegada de uno de los más afines y cercanos correligionarios del amado líder a la Secretaría de Gobernación, -con quien lo une una férrea amistad y la fascinación por la represión-. Es claro que también lo sube a la contienda para el 24, bajo su premisa favorita de: divide y vencerás, aun así, por las condiciones actuales es una jugada demasiado arriesgada y proclive a acrecentar la fractura interna del PARTIDAZO.

Un problema serio que se le avecina y aun haciendo cambios en su gabinetazo, es el tema de la corrupción, que ha sido un elemento clave que el régimen de Morena ha usado para posicionar su agenda, sin embargo, la propia dinámica de un gobierno sin una ideología clara, que es un eclecticismo tal que no tiene una definición visible y entendible, ha hecho que los casos y personalidades señaladas como corruptas solo alcancen a adversarios del régimen.

La selectividad con la que actúa la corrupción, la justicia y la espectacularidad de los medios de comunicación evidencia la total descomposición del régimen que, ante la falta de resultados, fiel al manual busca encarcelar a sus enemigos, sin los elementos probatorios suficientes y apostando a los espacios conseguidos en el poder judicial.

El descontento popular – principalmente reflejado en las clases medias, tan despreciada como vituperada por el prócer, la falta de un espacio de convergencia que supere la dicotomía PROCUATROTE vs. ANTICUATROTE, obligan a estas acciones desesperadas que confirman el talante autoritario de quien preside al país.

Sin lugar a duda, este gobierno se acerca a cumplir, al menos parcialmente, uno de los sueños de su líder. Su fascinación por los tiempos perdidos del PRI en la mitad del siglo pasado llamado “desarrollo estabilizador”.

Ese período en la historia de México se caracterizó, no solo por su crecimiento económico, sino también por la persecución política del régimen contra líderes opositores; Valentín Campa, Othón Salazar, Demetrio Vallejo, el movimiento de los médicos entre tantos otros. Del crecimiento económico no hay nada, pero el segundo elemento lo practica muy bien. La *renovación” (Renovación: hacer que algo parezca como nuevo, restablecimiento de una cosa que se había interrumpido) sin duda ahí la lleva.

08
Jun
21

LA CIUDADANÍA Y LAS URNAS

Luis G Sánchezcaballero Rigalt

“El papel del ciudadano en nuestra democracia no acaba con el voto.”

 BARACK OBAMA

La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se debe expresar mediante elecciones auténticas celebradas periódicamente, por sufragio universal y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que garantice la libertad del voto.

El ejercicio de la ciudadanía se encuentra así articulado con regulación y control de El Estado y con la posibilidad de incidencia directa en la elección de sus representantes.

En una democracia participativa y no solo representativa, son las mismas sociedades que tienen el poder de tornar efectivas las decisiones del Estado, de lograr ejercer los mecanismos de control y de construcción de políticas públicas a nivel local y global.

El 6 de junio de 2021, en materia de elecciones, resultó importante para México, porque todos los actores participantes en nuestra democracia; gobierno, grupos de poder, grupos de presión y la ciudadanía organizada, tuvimos una participación, apegada a las reglas del juego en un marco de equilibrio, de plena sintonía y con un balance equitativo.

La ciudadanía de manera copiosa decidió salió a ejercer su voto en un ambiente de clara polarización, en una elección marcada por dos grandes grupos que de acuerdo con los resultados obtenidos está evidentemente dividida y que se puede agrupar en proamlos vs antiamlos.

Si bien, Morena conserva su estatus de primera fuerza, y quizá pudiera resultar exagerado quitar merito a la votación obtenida con 10 y quizá 11 gubernaturas obtenidas lo que hace gobernar la mitad del territorio nacional, también es cierto que lejos está de ser el gran vencedor,

Tendrá de 190 a 203 diputados, cantidad que no le conceden la mayoría, aunque algunos dan por descontado que los aliados sumarán sus votos y obtendrán la mayoría simple.

Esto no es del todo cierto, ya que previo a la elección el Partido Verde sugirió revisar la alianza y el Partido del Trabajo aun no olvida la afrenta con Mario Delgado de no permitir a Gerardo Fernández Noroña presidir la mesa directiva de la Cámara, así que, con todo respeto para varios opinologos, Morena no tiene la mayoría calificada, López Obrador no tiene un cheque en blanco y tendrá que hacer algo a lo que no está acostumbrado; hacer política.

Deberá cicatrizar las heridas con sus aliados que se sienten maltratados por las formas de sus personeros y eso deja en el aire la interrogante.

La alianza presidencial ya no es una condicionante para jalar juntos, el hombre que se llenó la boca por sus 30 millones de votos en esta elección perdió la mitad, luego entonces sí es una derrota considerando la proyección de ser un partido hegemónico, con un presidente con altos índices de popularidad y que dice que el pueblo lo respalda y por eso se envalentona con una revocación. Es indudable que gana perdiendo.

Para agravar la situación, su bastión más importante, la Ciudad de México, le fue arrebatado. Este último caso es digno de un particular análisis, ya que Morena demostró que una vez que ascendieron al poder la polarización que es práctica común de su líder supremo, le paga factura en las urnas, lo que deja evidenciado que hay 2 bloques durísimos y uno de ellos puede complicarle la revocación de mandato al prócer

Esta claro que en la CDMX la pandemia no le vino como anillo al dedo a la 4T. Las clases medias que generalmente aprovechan estas épocas para vacacionar ahora decidieron que en lugar de estar en casa saldrían a votar, con los resultados que ya todos sabemos y que pocos esperábamos.

Lo ocurrido en la CDMX, su fortificación histórica y donde opera su hijo Andrés Manuel Jr., y el Estado de México que opera José Ramón López Beltrán, también lo pierde. Nadie lo discute; Morena es la primera fuerza de este país, pero demostró que no es un partido hegemónico.

Insisto su mayoría está comprometida, está obligado a hacer acuerdos con el PVEM y el PT tanto en la Cámara de Diputados Federal como en el Congreso de la Ciudad de México, partidos que no están contentos por cómo se construyó la coalición.

Esto pronostica que los próximos tres años, para este gobierno, no será un día de campo para el amado líder y ya nadie podría atreverse a asegurar la continuidad de Morena en la presidencia el siguiente sexenio.

Quien no entienda el mandato de las urnas está destinado al fracaso y esto va para el gobierno y su partido, así como para la oposición. Las demandas en la calle, en las redes sociales, en los medios de comunicación son de más apertura y libertades, no a los paternalismos de antaño. Las demandas de las mujeres que ayer no se quisieron escuchar hoy se expresaron con estruendo en las casillas. La demanda por empleo, inversión y una mejor gestión de la pandemia ahora se expresaron en votos.

Quien no escuche, quien no entienda, quien crea que lo que la sociedad demanda puede ser ignorado, puede empezar a cavar su tumba política. Este es el signo de los nuevos tiempos. Estos son los símbolos de la democracia.

El país demanda justicia, no venganza. Políticas sociales, no dádivas electorales. Trabajo digno y bien remunerado, no dineros a cambio de nada. El país quiere que las mujeres sean libres y seguras, no ignoradas y usadas para justificar falsas cuotas de género. En resumen, el país quiere gobernantes, estadistas, no coordinares de eternas campañas electorales.

Concluyó la elección, toca ahora a los elegidos entender, estudiar y comprender el mandato actuando en consecuencia. De no ser así se los recordarán en la siguiente elección y en otra y en otra, hasta que se logre entender que, como dicta la constitución, la soberanía reside en el pueblo y ya sabe cómo hacerlo.

Para concluir, es necesario aclarar que el rostro del país, desde el 2000, lo siguen definiendo los ciudadanos de acuerdo con sus gustos con premios y castigos. No se trata de escudarse para justificar sus derrotas en guerra sucias y campañas de descrédito.

Quién no lo entienda es que no sabe de qué trata la democracia




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